El narrador es el personaje más importante de la historia.
Estimados lectores, por favor denme un voto de confianza. Les pregunto porque la introducción, tal vez demasiado pesada, creo que es imperativo terminar hablando de lo que realmente nos interesa: la literatura de los jóvenes y sus circunstancias. ¡Así que vamos!

Una de las decisiones más complicadas e importantes que un escritor tiene que tomar antes de iniciar una novela es la voz narrativa, es decir, quién contará la historia. Esto definirá el alcance de la visión que tendrá, como narrador, sobre los hechos que se relatarán a continuación. La voz narrativa se puede combinar a lo largo de la novela o usarla siempre. Así, por ejemplo, se puede tomar un punto de vista cercano, ser parte de la trama y ser uno de los personajes de la misma, o permanecer en el fondo, distante, casi como un dios que decide sobre todo y todo sobre la escena.
Dentro de la clasificación de voces narrativas en Auladecatala.com, por ejemplo, somos presentados por el narrador externo, popularmente conocido como un narrador omnisciente, capaz de controlar la historia de punta a punta, incluso sabiendo lo que piensan los personajes, y usando a la tercera persona. Y el narrador interno, que resulta ser uno de los personajes de la historia, usando a la primera persona. Esta segunda opción, sin embargo, tiene limitaciones y ventajas, como es obvio. Una limitación es que sólo puede narrar lo que ve y experimenta, o que se le ha dicho, para que tampoco pueda entrar en el pensamiento de otros personajes, pero por otro lado es mucho más directo, íntimo y va en busca de una gran empatía con el lector. Es literatura que antes se llamaba confesional y ahora lo llamamos el yo, especialmente cuando hablamos de cosas vividas o simulamos que las ha vivido.
Una de las novelas más famosas de este narrador interior es Robinson Crusoe, de Defoe.
El Institut Obert de Catalunya va un poco más allá y explica que "cuando hablamos de voz en un texto literario, nos referimos al narrador, al yo poético, a la voz narrativa. Es el intermediario entre el autor y el lector". Esto es lo que podemos encontrar de dos tipos:
1) Lo que los hechos relacionan: construir el espacio, la acción, hacer descripciones y narrativas.
2) Lo que sólo transmite hechos y personajes.
La elección de una voz u otra significará que él es el personaje principal de la historia, y por lo tanto sabe lo mismo que otros personajes; o un narrador omnisciente, con el que no es un personaje, pero no sólo lo sabe todo sino que sabe más: el futuro, el pasado, los pensamientos de todos los personajes, así como acciones paralelas a la historia principal. También puede convertirse en un personaje secundario: participa desde fuera, sabe menos de ello. Y finalmente el escritor puede elegir a un narrador como un mero observador: no es ni un personaje ni una parte de él, sólo da información sobre lo que siente o ve directamente, por lo tanto sabe menos al respecto.
Pero todo esto se puede poner en crisis cuando entramos en un giro más delgado y, por ejemplo, encontramos que en el sitio web del profesor Coromina aplasta nuestra guitarra y pone en crisis los conceptos que habíamos utilizado hasta ahora. Allí se nos dice que "hay que tener en cuenta que la elección del narrador es pura y simplemente gramatical y retórica. Y depende enteramente de la elección de la historia correcta que cada historia tiene. La elección del novelista no está entre dos formas gramaticales, sino entre dos formas narrativas (a las que las formas gramaticales corresponden como consecuencia puramente mecánica). Qué entidad narrativa transmitirá la historia: un actor (actuación, personaje, persona, animal, cosa…) o un no actor (entidad, persona, personaje…). La entidad —"¿quién"— que transmite —"contar"— historia, tiene algo que ver o no?. La elección es esta. Cada narración, entonces, ocurre virtualmente, por definición, en primera persona – incluso, por supuesto, en el majestuoso plural. La pregunta que importa es determinar cómo, cuándo, por qué… el narrador usó a una cierta persona gramatical. La pregunta es si el narrador ha tenido la oportunidad de utilizar a la primera persona para designar "uno de sus personajes".
Y aquí es donde quería llegar: ¿cree usted que este enfoque se desarrolla actualmente con suficiente profundidad y rigor en todos los textos juveniles que pasan por nuestras manos?
Recordemos que la mayoría de la novela juvenil prestada – una que no fue escrita para ser leída por los jóvenes pero más tarde se convirtió en su lectura principal – utilizó lo que popularmente se conocía como un narrador omnisciente. Podemos mencionar, a modo de ejemplo, a Tom Sawyer, Mark Twain, Treasure Island, Stevenson o The Last of the Mohicans, de Fenimoore Cooper. Hay honrosas excepciones, como las Veinte Mil Ligas de Viajes Submarinos, de Verne, o algunas cuentas de Poe,
ÁLVAREZ SANCHÍS, Mariló. La primera o la. Alzira: Bromera
como el famoso El Pozo y el Péndulo.
Y lo digo porque tengo la impresión de que últimamente ha abusado del uso de la voz narrativa que quiere involucrarnos desde el principio en la historia, del abuso de la primera persona como una forma de acercarse al lector haciéndole casi un personaje más en la historia que va desde el bracete del narrador; el abuso de los brillantes comienzos en los que el lector no sabe dónde vive, o cómo está el narrador o qué momento histórico o espacio se convierte en el narrado. Pura inopia del lector con el fin de pegarlo desde la primera línea. Me pregunto, ¿siempre es necesario y bien utilizado?
Y como muestra un botón: todas las imágenes de las portadas de los libros que encuentras en esta entrada han sido relatadas con esta visión cercana, íntima y cómplice con el lector. ¡Y esto es sólo una señal de lo que ha llegado a mis manos este 2018!
No lo critico, ya que el escritor, por supuesto, es muy libre de escribir como quiera, pero a veces me he encontrado con usos erróneos, como ese personaje que relata que lo besan mientras duerme (!).
Bueno, sin embargo, entre tantos títulos me gustaría destacar especialmente la última publicación de la Faktoria Kalandraka, Eyes closed (Barcelona, 2018), del fotopoeriodista francés Patrick Bard.
Esta novela combina hábilmente voces narrativas, siendo un ejercicio literario muy exitoso, preciso y apropiado para el propósito que busca. Es una historia que, según el momento, requiere una visión más cercana o más distante para contarnos la conversión de jóvenes europeos para convertirse en soldados en el Dáesh. Una historia que nos da un puñetazo en el estómago de una realidad que probablemente tengamos al lado de casa. Y es que los medios de conversión son diversos y la historia nos deja frente a la nariz, sin desenfocarnos y con total crudeza. ¡No te lo pierdas!
Dejad un comentario: